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►►► Mitos de la Hipnosis

►►► Ojos en remolino, péndulos que se mueven y voluntades desactivadas son algunas de las fantasías más comunes que se tejen alrededor de la hipnosis. Desde las regresiones temporales hasta las sugestiones para comer o fumar menos, esta técnica no es tan surrealista como la pintan



    Un toque en la frente y listo. Una señora muy seria, perfectamente compuesta hasta hace unos segundos, se mueve como un mono bajo las órdenes del hipnotizador, quien hace un guiño a las cámaras de tv. La señora despierta unos minutos más tarde y luce desconcertada ante las risas de los presentes. ¿Qué hay de cierto en la hipnosis y cuáles son sus verdaderos usos? ¿Hasta que punto es vulnerable un individuo bajo sus efectos?

    Se define la hipnosis como un estado de concentración en el que se incrementa la sugestionabilidad del sujeto. Existen muchas definiciones, pero por más que se ha estudiado, es un fenómeno que no queda suficientemente claro. Uno de los principales propulsores fue Mesmer, padre del mesmerismo, quien hablaba de una especie de magnetismo que emanaba del hipnotizador hacia el hipnotizado. Esto no es cierto. Sí existe una cierta subordinación, pero no hasta ese punto.

   Esta técnica tiene que ver con la focalización de la atención por la anulación de los estímulos externos irrelevantes y que se puede emplear en cualquier tipo de cuadros. Antes se consideraba que no debía utilizarse en individuos psicóticos, o en personas que pudieran desarrollar procesos de perturbación a partir de esta experiencia. En estos casos también puede hacerse, pero hay que saber cómo ejecutarla. Habitualmente se usa para problemas de obesidad, cigarrillo, fobias, histeria. Se aplica menos en problemas crónicos y trastornos de personalidad. La hipnosis ha pasado por distintas etapas; hubo un tiempo en el que se utilizó para todo, cayó en desuso y luego hubo otro boom como parte del arsenal terapéutico. 

     Las terapias con hipnosis sirven para agregar o eliminar elementos. Una manera de usarla es dar órdenes post-hipnóticas para comer o fumar menos, por ejemplo. Como un ejemplo simple, se puede hipnotizar a alguien y decirle: 'Cuando despierte, usted va a abrir la puerta a los tres minutos, y cuando yo le pregunte por qué lo hizo, usted va a dar sus propias razones'. Aunque el paciente lo haga porque dice que tiene calor, en realidad lo hace por instrucción previa. 

     Este tipo de órdenes funciona con mayor o menor efectividad según los individuos, y si el terapeuta presiona lo suficiente, puede hacer que el individuo recuerde la instrucción. Ese recuerdo queda en la mente, aunque no de manera naturalmente consciente. Otra aplicación de esta técnica es el hipnoanálisis, que consiste en llevar a la persona al momento en el que se le produjo un síntoma determinado y pedirle que exprese lo que sintió para ayudarla a eliminarlo.


   Obesidad y cigarrillo. Hay muchas causas psicológicas que producen una tendencia a la obesidad. Hay pacientes que dicen ser agresivos y esconden esa actitud a través de la gordura. Generalmente, no es una sola causa sino varias, y el psiquiatra debe ir eliminándolas poco a poco. Otras personas la adoptan porque tienen un conflicto con su sexualidad y así pueden 'protegerse' de ella, o porque anteriormente tuvieron muchas privaciones económicas y temen no sobrevivir si se quedan sin comida. 

   En la hipnosis es distinto dar órdenes que averiguar causas. Estos son dos usos terapéuticos diferentes. Supongamos que una mujer quiera rebajar. Se le hipnotiza para decirle que a partir de cierta cantidad va a experimentar una sensación de llenura, o que en cierto punto la comida no le va a saber tan bien. Es una orden del hipnotizador basada en un deseo consciente del paciente. ¿Pero cuáles son las razones que llevaron a esa persona a la obesidad? Si esos motivos no han sido tratados, en cierto momento se desata un conflicto entre el deseo consciente de rebajar y las causas que la llevan a ser obesa, y esa lucha puede producir ansiedad.

    Al inicio puede irle muy bien, pero las causas siguen latentes. Si la obesidad representa para esa paciente una defensa ante la sexualidad, cuando comience a rebajar se le van a manifestar todas esas ansiedades sobre el tema, y eso hace que pueda recaer a largo plazo. En el caso de un fumador que quiere dejar el hábito, puede presentarse una situación parecida. Ese cigarrillo puede representar cosas muy importantes, que pueden no haber sido consideradas. 

   Uno de los problemas de la hipnosis, es que no trabaja con las resistencias. Hay deseos racionales como el abandono del cigarrillo porque es dañino, y gente que -aún queriendo dejarlo- se resiste a hacerlo porque, o lo considera un castigo por una culpa inconsciente, o un placer del cual no puede prescindir, por ejemplo. La hipnosis pierde efecto si no se trata ese trasfondo; por eso se abandonó por mucho tiempo como técnica terapéutica. Para no poner la carreta delante del burro, habría que evaluar primero las resistencias antes de probar con las sugestiones.


     Mitos de ayer, hoy y siempre. Hay una serie de mitos alrededor del tema que se deben aclarar, como la presunción de que el hipnotizado cae redondo bajo la oscura voluntad del hipnotizador. Es necesario acabar con esa imagen de espectáculo en el que el sujeto se convierte en una marioneta, un objeto de burla que cede ante cualquier cosa. Eso no ha permitido estudiar a fondo la hipnosis desde el punto de vista científico. Hay personas que se niegan a ser hipnotizadas porque creen que el psiquiatra las va a poner a cacarear como una gallina o las va a inducir a tener relaciones sexuales.

     Los sujetos en trance hipnótico no hacen nada que no harían en estado de alerta. El paciente usualmente está en control de lo que quiere o no quiere hacer o decir. Si alguien llegara a pedirle a una dama en trance profundo que se desnude, y ella tiene sentido del pudor, no lo haría con o sin trance, como sí podría hacerlo una muchacha que sea stripper y no le importe obedecer a una orden como ésa. Los valores influyen en todo momento. Sin embargo, hay ciertos trucos como hacer creer que está sola y con mucho calor que quizás la logre engañar.

     Cuando la orden va en contra de sus principios y eso le plantea un conflicto o una lucha consigo mismo, usualmente ganan los principios. Claro, para poder luchar hace falta una personalidad bien constituida. No se puede decir que haya un control total por parte del hipnotizador; eso depende mucho del hipnotizado.

     Hay otra discusión clásica dentro de la hipnosis. ¿Puede un sujeto hipnotizado matar a otra persona? Si tiene deseos o tendencias criminales, sí puede. Si en cambio tiene una conciencia moral bien desarrollada, entonces no se le puede inducir. Sin embargo, hace poco ví un programa de Discovery Channel y un tipo aparentemente normal "mató" bajo hipnosis; fue un programa muy interesante. Pero para eso también es necesaria la ética del hipnotizador al momento de atender a una persona que no tenga estos principios bien asentados. También están las personas que por moda insisten en que uno los hipnotice, aunque las condiciones no estén dadas y la persona quiera obviar algunos problemas a punta de hipnosis. Ésta tampoco es una técnica 100% efectiva.

¿Y dónde queda el influjo del misterioso péndulo o del clásico reloj de bolsillo? Eso sólo se utilizaba para ayudar a fijar la atención, para más nada. Uno le puede decir a un paciente que se fije en la nariz de la señora de aquel cuadro y el efecto es exactamente el mismo.

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